¿Qué es el agua ionizada y cuáles son sus beneficios para la salud?

Con solo poner un imán con el polo adecuado en contacto con el frasco o botella de agua y dejarla en reposo unas horas, el líquido comienza a ordenar sus moléculas, lo que cambia su sabor, su PH y la convierte en una sustancia con propiedades terapéuticas.
¿Cuáles son los usos del agua tratada con imanes? El agua ionizada por acción del campo magnético es la forma más barata de medicina preventiva.
Basta con beber una cantidad suficiente de agua polarizada por efecto de los imanes, para evitar la aparición de muchas enfermedades, incluidas las degenerativas. Se recomienda beber 20 cc por kilo de peso, de agua que haya tenido contacto con imanes, para equilibrar el pH en sangre.
Los beneficios básicos de la ingesta de agua tratada con campo magnético:
El agua ionizada está indicada en todas las patologías y aunque no conserva sus propiedades magnéticas como una barra de hierro, la ingestión de dicha agua modifica la polaridad de los átomos del cuerpo, especialmente los de hidrógeno, que tienen un protón (positivo) y un electrón (negativo). Se modifica el eje de rotación y la órbita del electrón, cambiando su polaridad.
Esto le proporciona un sabor similar al del agua de lluvia, al mismo tiempo, que reduce el sabor proveniente del cloro y el flúor.
El agua ordenada también produce efectos benéficos en los órganos digestivos y urinarios, actúa sobre el sistema nervioso, la presión de la sangre, ayuda a desbloquear arterias y normaliza el sistema circulatorio.
En tanto, el agua tratada con el polo Norte acelera los procesos de limpieza y relaja las tensiones. También se recomienda el uso del agua como auxiliar externo para el lavado de ojos inflamados o irritados, heridas, brotes de eczema, etc., para una recuperación más rápida.
En todo tipo de infecciones oftálmicas se logran resultados sorprendentes si se lavan los ojos varias veces al día con agua que fue tratada por el polo norte.
Se indican tres o cuatro dosis diarias, una por la mañana antes del desayuno, otra al acostarse y las otras dos antes o después de las comidas, según el tipo de dolencia.
Al comenzar el tratamiento las dosis serán pequeñas hasta producir la adaptación, puede indicarse medio vaso de agua en un adulto mayor, un cuarto en un joven y unas cucharaditas en el niño.
Hay que tener en cuenta que la ingestión de agua tratada no produce efectos inmediatos, su acción es lenta y continuada. Normalmente se empiezan a hacer muy evidentes sus efectos a partir de los dos o tres semanas del inicio de su ingestión.